
"Mi Amo quiere verle" su suavemente voz alteró los nervios de Hefestión.
Alejandro sonrió al verlo y se apresuró a abrazar a su amigo.
"Hefestión me alegra que hayas venido, me alegra mucho en verdad"
Bagoas empezó a preparar el baño de su amo como hacía la mayoría de noches, y sólo esperaba que Hefestión no lo sacara de la habitación, El joven empezó a recordar las veces que su amo estaba triste después de su amante se marchaba, sobre todo en la noche.
Alejandro y Hefestión caminaron hacia el balcón para admirar la belleza de sus dominios mientras hablaban de sus sueños y sus ambiciones, mientras Bagoas miraba como a Alejandro besaba la mejilla de Hefestión.
"Quédate esta noche"
Bagoas se encogió de hombros.
Hefestión se deleitaba con el calor del cuerpo de su amante. mientras Alejandro todavía hablaba, el general rozó su mejilla con la nariz.
"Hablas demasiado, mi rey"
Casi habían olvidado que el esclavo Persa estaba ahí, Hefestión miró fijamente fríamente al muchacho, y empezó a besar al rey.
"Quiero que ambos se queden esta noche aquí"
La cara de Hefestión se llenó de enojo y vergüenza con las palabras del rey, no entendía como había sido capaz de sugerir tal cosa, si bien es verdad que en otras ocasiones habían compartido sus afectos con soldados y amigos, nunca con un esclavo.
"Él no es nada, Alejandro"
Alejandro ló miró fijamente.
"¿Porqué insistes en tratarlo con desprecio? ¿Es que no es lo suficientemente bueno para ti? Acercate Bagoas y muestrale tus encantos a Hefestión"
Bagoas se acercó despacio, y de la misma manera dejó caer su túnica al suelo, a pesar de estar alterado aún mantenía su posición sumisa y amable. Hefestión había oído rumores de los sonidos que venían de la habitación de Alejandro cuando Bagoas compartía su cama, y al verlo desnudo ante él empezo a imaginarse el porque.
"Por favor, Alejandro. Vendré otra noche"
Hefestión trataba de abrirse paso entre Alejandro y Bagoas.
"¿Porqué no me complaces en lo que pido?"
La pregunta llenó de silencio el cuarto. Hefestión estaba furioso.
"¿Acaso alguna vez te he negado algo?" "Maldición, Alejandro ¿No puedes ver lo mucho que duele verte con el?" "No logras ver que un esclavo te está alejando de mi"
"Mi alma se unió con la tuya, desde el momento en que te conocí. Nadie puede deshacer eso. Nadie" "Lo único que quiero es compartir mi placer contigo. Es tan duro entender"
Alejandro tomó del brazo a Hefestión.
Bagoas estaba de pie desnudo al lado ellos, pero a pesar de esto no sentía ninguna vergüenza en su desnudez. Al escuchar las palabras del rey se asustó y temió que Hefestión hiciera que el rey escoja entre los dos, ya que sabía que no tenía oportunidad de ganar si su rival era Hefestión.
Entonces el rey tomo a su general por los brazos y lo besó apasionadamente. Bagoas que seguía a hí sin atreverse a mover un músculo contemplaba la belleza varonil del amante de su amo y aún más cuando ante su asombro Hefestión dejó que Alejandro resbalara su túnica apartandola de sus hombros.
"Bagoas, acercate"
El Persa caminó con sigilo, temiendo la reacción de Hefestión pero cuando miró sus ojos azules pudo ver un profundo amor y una tristeza tan grande que su propio corazón dolió. Puso su mano en pecho del Macedonio, y un gran deseo lo invadió.
Hefestión trató de retroceder pero la mano del muchacho era demasiado caliente. Se apoyó en él y su rostro se ruborizó. No había querido que nada de esto pasara. No quería querer el muchacho, pero empezaba a hacerlo.
"Alejandro" finalmente susurró "Haré lo que me pidas"
La respiración del general empezó a acelerarse cuando el esclavo Persa acercó su boca a la suya. Los besos de Alejandro eran dulzura pero los de Bagoas eran eróticos, casi tan eróticos como el acto de amor mismo. Ningunas manos lo habían acariciado igual, con tal facilidad para provocarle tanto placer.
Bagoas gimió de placer en cuanto el amante de Alejandro lo tomó. No había esperado tal ternura de Hefestión, y en sus ojos vió reflejada la mirada de su amo. En ese momento entendió que el rey y el general eran uno solo. Alejandro no había hablado en broma cuando dijo que Hefestión es como él mismo.
Bagoas puede ser el amante favorito del rey. Pero es Hefestión quien está en el corazón de Alejandro, un lugar al que Bagoas nunca podría llegar.
Hefestión se había sorprendido del muchacho Persa. Ahora sabía que el muchacho encanta Alejandro por lo que hacía y que representaba ninguna amenaza para él.
El momento de máximo placer fue tan espléndido para ambos que una sonrisa se dibujó en el rostro de Hefestión. Alejandro permanecía parado junto a su cama observando con gran atención y cuando vió la expresión de su general solo pudo sentirse complacido.
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